Quisiera que el amor…


Quisiera que el amor se escurriera por el lavamanos,
se lo tragaran los espejos,
                   y

se desperdigara por las avenidas.

Hay días en los que sobra ausencia,
la memoria punza
y el corazón se mina de ponzoña,
                      ponzoña antes eras amor.
                                
Amor, cuánto quise que llegaras,
eras viento suave, luminoso.
Hoy ya la brisa no es calma,
cierro los postigos,
aun así el desasosiego ya es parte mía.

El cuerpo reclama la caricia de las manos amadas,
¿cómo le digo que esas manos ya no son suyas?

Quisiera que el amor no arrancara de mi un pedacito diario,
duele, duele mucho,
déjenme escoger el dolor rotundo, definitivo.

Quisiera que el amor se fuera de casa,
por las canciones que no puedo terminar de escuchar,
porque no me encuentro,
por mi perfume que era suyo,
porque no se vivir su ausencia,
por el vacío en mi pecho,
porque estas malditas lágrimas no me dejan,
por estos versos maltrechos que no puedo terminar.


                                                                                          Gabriela Durán Arnaudes

Comentarios

Fuser ha dicho que…
A veces... A veces, repito.
El amor no sólo se discurre por el inodoro, queda plasmado en los adoquines, se diluye del cemento.

Y a veces... A veces, repito.
Hasta el cielo empieza a oler distinto, a mierda, a hastío, a desamor.

Sólo a veces... A veces, repito.
Se consigue el transeúnte con aceras meridianas y consecuentes.

¿Inesperado? A veces también de visita.

Desde el Bar.

Fuser.

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