Somos lo que en esencia éramos a los seis años de edad. A mi me gustaba disfrazarme, hacer voces, dibujar e inventar historias. Cuando aprendí a escribir me divertía haciendo pequeñas obras de titeres para mi familia en las cuales actuaban mi hermana Ioneska y mi sobrino- hermano Ricardo. Los adultos son quienes desestiman (yo no) la importancia de jugar. Jugar es un asunto serio.
    Hacer teatro (play, play act) hacer un guión (screen play) es lo que hago y haré siempre ad honoren o cobrando. Al menos 18 años de mi vida he dedicado sistemáticamente a la lectura y a la escritura, incluyendo los seis años que pasé en la Escuela de Letras para obtener mi licenciatura, los dos años que llevo en la maestria de teatro y cine acá en Argentina, más todos los talleres de dramaturgia, teatro, escritura creativa, novela corta, guión que hecho hasta ahora. Tiempo empleado para modelar el caudal natural de la imaginación, para vivir e interactuar con personas que me han hecho crecer y madurar. Aún me falta camino por recorrer, ensayar, fallar, ganar. 



      Gracias al camino andado hasta ahora puedo decir que me importa poco o nada que el común denominador no considere a la literatura, el teatro o el cine como profesiones o asuntos importantes en la sociedad. Platón no pudo excecrarnos de su república, tampoco -pudieron con gente como yo- las persecusiones de la iglesia, la burocracia del Estado, ni la rigidez de una solapa o de una oficina, menos podrá la era más hedonista y acémila de nuestro mundo.
      No escribo este texto con el própósito de enaltecer un oficio en detrimento de otro, sino de comentar asuntos sobre el arte y el oficio de personas que dedicamos nuestra vida a elaborar esas historias que les leen los padres a sus hijos en las noches, que escribimos las películas que ven los domingos, creamos ese slogan pegajoso o el contenido de esa página web que tanto te gusta.
    Todos los oficios son necesarios y cada persona tiene una capacidad potencial para desarrollarlos, sin embargo, en muchas oportunidades la imaginación o el ideal artístico se ven truncados por ciertos prejuicios o paradigmas: "si eres músico te vas a morir de hambre" "actuar tomalo como un hobbie" "estudia primero una carrera seria" o si estudias Letras, a veces te preguntan ¿por cuál letra vas?.
  Debemos hacer eso que amamos, escribir, pintar, mirar las estrellas, actuar o calcular la longitud onda eso que nos pide el alma, sino de que vale tener el plato de comida asegurado y la ropa cara si en el fondo serás infeliz.  
      Cuando somos más jovenes, adolescentes nuestra percepción de la realidad está modelada por las experiencias de quienes nos rodean, importa mucho la opinión del resto, la aprobación y en muchos casos los futuros artístas terminan dedicandose a "otra cosa" a esa carrera u oficio que le asegurará la comida y el techo, más no la felicidad.
   Por más que te digan ¿qué vas a hacer con eso? o jamás encontrarás trabajo, sigue tu camino, por favor hazlo,  no niego que habrá momentos que ese camino escogido en la infancia se tornará díficil, turbio, casi imposible, tendrá cabida la duda, pero jamás el arrepentimiento porque esto es lo que amas, esto que hago en este instante es lo que amo.
   Preparate, lee, comparte experiencias, trabaja gratis si tienes que hacerlo, suma, todo suma y un día no tan lejano sonreirás en un café de Buenos Aires

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