Verde...



Verde es sincronía natural: raíz, alimento y semilla.
Verde es la fresca esencia que guarda algo del sol y del mar, mezcla dicotómica a la que le debe sus matices y tonalidades. El verde es un pequeño gran placer, porque nadie se prepara para recibirlo, simplemente está allí para disfrutarlo, sin definirlo. En el verde se habita, en su olor a grama recién cortada, en su silencio, en su susurro. Bajo un frondoso Samán se puede gozar de su presencia, se siente en el agitar de las ramas impregnadas de recuerdos e historias.
Los aficionados al verde, siempre que pueden, delatan su
obsesiva pasión clorofílica; lo llevan en sus objetos, en sus amores, en sus olvidos. Estos apasionados suelen ser ecologistas y vegetarianos, seres muy sensibles e intuitivos, capaces de sentir una sensación indescifrable cuando están ante el; hasta suelen soñar que son arboles de tronco firme, de ramas seguras y hojas serpenteantes que bailan al vaivén de delicadas ventiscas,que en repetidos días bajo su sombra abrigan a desocupados lectores, que tras largas jornadas literarias duermen la siesta a sus pies, en una acolchado almohadón de pasto.
El verde es conciente, inocente, dulce sin ser empalagoso, nunca despiadado y te acompaña en todo momento. Desde la niñez más temprana cuando se corre descalzo sobre la gra
ma del parque del este. También presente en aquellas horrendas papillas de arvejas, en el brócoli que aun amas y en esas medicinas verdosas y espesas que te daban tus padres para curarte la tos.
El verde estuvo cuando en la escuela te enseñaron el círculo cromático, fue el quien te cautivó por siempre, hiciste dibujos a los que llamabas abstractos con aquel color que
los libros de artística denominan secundario. Verde, conector predilecto con aquellos recuerdos de la feliz infancia, las vacaciones, los viajes y cuando te perdiste en el campo. Igualmente de aquellos años de adolescencia donde nada te gustaba y solo al verde le encontrabas sentido. El verde funciona como portal a mundos miméticos, donde habita la ficción y los personajes imaginarios de tus mundos posibles. El verde allí siempre allí, repartiendo momentos placenteros, siempre fiel compañía, hasta en aquellos tiempos, donde tus días fueron presa de la soledad y la melancolía.
Seguro estarás presente cuando veamos marchar nuestros días en el ocaso del ámbar otoño, cuando veas las hojas amarillentas caer y escuches el sonido de la vejez, ese del último paso que hace crujir las hojas que dejaron de ser verdes.

Comentarios

Fabián Barrero ha dicho que…
verde que te quiero verde, verde cuerpo, verdes versos, verdes besos..... att fab

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