Deconstruyendo a Strasberg
“Estamos
dispuestos a ser influenciados por todo, a tratar todo, no tenemos miedo a dar
nada acá. Aquí no hay nada sagrado. Cualquier
cosa que nos pueda ayudar a ser mejores, a completar la labor del actor, a
contribuir hacia un teatro más vivo y dinámico, es desde todo punto de vista
valido y vale la pena trabajar en ello.” Lee Strasberg
A partir del texto antes expuesto,
autoría de Lee Strasberg, aunado a una cita de Levy Rossell “ Strasberg
tenía conocimientos, más no sabiduría porque carecía de prudencia” más un bagaje
referencial importante en torno a Strasberg y su método se puede afirmar que carecía de la ética necesaria para trabajar con actores, que ante
todo son seres humanos, con resplandores y miserias que debían ser respetados y
ciertamente con vivencias sagradas.
Strasberg ahondó en el estudio de la memoria
emotiva, le dio importancia inusitada al control consciente y a la recreación
voluntaria de vivencias del pasado, sin ser psiquiatra ahondó en traumas,
fantasmas y experiencias con fines interpretativos que una vez fuera fluían
como un caudal descontrolado. Los actores, en sus manos, fueron marionetas de
sus inconscientes, de sus complejos y perversiones más intimas, también dueños
de sus personajes, así que ¿Por qué no mezclarlo todo y entregarlo todo? Sin
importar que nos quedemos sin nada…
En 1966,
se le preguntó a Joe Chaikin que opinaba acerca del Método Strasberg y dijo:
Ese método
enseña a los actores a utilizarse a si mismos, pero también les fija en si
mismos, mediante la introspección, lo que hace difícil su participación en un
conjunto. El método considera a una obra como un desarrollo lógico de
fragmentos dispersos que se unen según la línea continúa de los tres actos
clásicos: exposición, drama y descenlace. ¿Cómo interpretar a Ionesco, Beckett
y el teatro del absurdo en estas condiciones? Asimismo suprime el espíritu
crítico, en provecho de la inspiración: Strasberg “inspira a sus alumnos” ¿Cómo
entonces interpretar a Brecht?
Es
importante investigar, conocer y ejercitarse en los diversos sistemas actorales
que existen, del Método se pueden utilizar los ejercicios de relajación, de
concentración y en determinados momentos
la memoria emotiva, pero no siempre porque pueden ocurrir en nosotros procesos
irreversibles de alienación y transferencia emocional. Es importante ser éticos
con nuestro cuerpo sensorial, porque cuando una emoción se transmite es porque
ha pasado del inconsciente al consciente, por lo cual puede ser evocada a
voluntad. Asimismo, con la coherencia de nuestras ideas, postulados y sistema
de valores.
Los
adversarios de Strasberg le reprochan haber traicionado el pensamiento del
maestro Stanislavski, transformando “la soledad pública” en ese “momento
privado” que es el aspecto más conocido de su obra, debido a que ese momento
privado había empezado de otra manera: derivaba de un ejercicio de Stanislavski,
adaptado por Strasberg, el de las actividades físicas, los obstáculos
exteriores y el re-vivir que consiste en la utilización de una emoción buscada
en la “memoria afectiva” (mínimo siete años atrás, según recomendaciones de
Strasberg) que se adapte al sentimiento del personaje que debe representarse.
El
re-vivir es la marca de fábrica de Strasberg y del Actor´s Studio, su marca
registrada, su gloria y su desgracia.
Strasberg
intervenía en momentos privados para indicar a sus alumnos el instante en el
cual podían entrar en su papel, momentos privados, pedazos de memoria afectiva
y kilómetros de cinta en los que se repiten las mismas obsesiones. Su placer
profesoral al estar frente a psicodramas que revelan secretos íntimos.
Muchos
actores se psicoanalizaron al margen de los cursos de Strasberg, el los
impulsaba a hacerlo cuando tenían dificultades para expresarse. Lee Strasberg
es un producto de la sociedad que le rodeaba, la soledad neoyorkina, el afán de
ser escuchados y de alguna manera atendidos. En términos stanislavkianos se
adapta a las circunstancias externas. Strasberg se creyó libre y no dudó que las imágenes que se dedicó a buscar en
los subconscientes individuales eran el espejo de las obsesiones
norteamericanas y de las estructuras sociales que su enseñanza confirma al
reproducirlas.
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