Agradecimiento a mis maestros

   

He tenido grandes maestros en la vida, he sido afortunada, de cinco hijos heredé el gusto por el teatro y cultivé el gusto por la literatura.

Mi primer maestro de arte dramático fue mi padre, jugábamos a hacer voces, me disfrazaba, caminaba como viejita, mientras mi madre fue mi maestra de mitología griega e historia del arte, a los 10 años yo sabía quienes eran Esquilo, Sófocles y Eurípides y fácilmente podía recordar de memoria el proemio de la Odisea, aprendí historia universal a través de relatos y a la invitación permanente a la lectura, a la indagación que alimentaba mi curiosidad y mi gen histrionico, pero todo talento sin disciplina, sin modelado se estanca, por eso hay muchas páginas de infancia, baile en el Colegio Ramos, pintura en la cuevita, tinta en diarios de adolescencia.

Luego encontré mi lugar en la Escuela de Letras de la UCV, en el aula ágora, en los profesores, en las lecturas que expandieron mi cosmos, en gente parecida y diferente que habitaba en aquel pasillo, en cada nueva vivencia, en cada nuevo contraste.

Por un momento quise alejarme del teatro, pensando que no era lo mio, por miedo a hacerlo mal, pero el teatro es una energía a la cual somos convocados y es difícil escapar, así que en 2006 volví a él de la mano de José Miguel Vivas, posteriormente emprendí junto a María K Mimesis Teatro, un sueño que en diciembre cumplió seis años.

A la par estaba Levy Rossell quien siempre será mi maestro, mi amigo y con quien comparto desde 2009 panel profesoral en el V Taller Nacional de nivelación y formación actoral.

En mi escuela conocí a mi amado Rafael Castillo Zapata mi profe favorito de teoría de la literatura, a quien seguí en Seminarios de crítica y teoría, gracias a él conocí a Lezama Lima, Walter Benjamin, Theodor Adorno, Gamoneda, Castillo Zapata un ser humano con el que guardo tantas conexiones, descubiertas con los años, gracias a su poesía, a sus diarios y a nuestras conversaciones.

También agradezco a Armando Rojas Guardia con quien descubrí la forma de entender y escribir poesía, ese género íntimo y descarnado donde habitan mis vivencias más hondas. Luego llegó a mi vida Cesar Rojas quien me otorgó herramientas para desarrollarme en dramaturgia y los maestros que me faltan por descubrir.

¡Gracias Anamaría Picca y a Jose Armando Orta Gorrin por su apoyo en la infancia, por la motivación cuando inventaba una historia en mi cuaderno de tareas! a Edilmar Márquez Ojeda por motivarme en las olimpiadas de Castellano y literatura y ayudarme a ganar el primer lugar en el San José ¡Gracias, gracias, los respeto, los admiro y recuerdo con amor!

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