Medianoche en París
Todos aquellos que tenemos
una filiación importante con la literatura y el arte hemos soñado alguna vez
con encontrarnos con nuestro icono de la escritura o con un maestro del arte
universal. Leemos, indagamos, nos
apoderamos de la ficción y de la realidad que habita en cada obra. Descubrimos lo
que tiene de humano la palabra escrita y las huellas que han dejado los genios en alguna obra
pictórica.
Al ver Medianoche
en París no pude evitar sentirme dentro de la trama, vivir la sorpresa,
maravillarme con cada incursión de los magníficos personajes que gravitan en el imaginario literario de ese
escritor protagonista. Hice el pacto ficcional, esperé el automóvil nocturno y
me embarqué rumbo a las palabras de Hemingway,
los consejos de Gertrud Stein y amé las ocurrencias de mi loco favorito
Salvador Dalí. Entre otros grandes como Luis Buñuel, Picasso, Fitzgerald, Lautrec, Degas, me sentí en casa,
en mi mundo, con gente que por simples razones espacio temporales no hubiese
podido ver en estos días de 2012
merodeando por alguna calle de París o disfrutando en un café concert. Esta
película tiene una cadencia peculiar que
ningún amante de las bellas artes, y de las cosas bien hechas, debería
perderse. Por todos los elementos fílmicos, actuaciones, caracterizaciones, reflexiones
y temas de la esfera interior humana es una obra de arte en sí misma.
Comentarios