El miedo, mi miedo

      El miedo es un sentimiento humano poderosamente negativo, puede petrificar acciones, detener la toma de decisiones y hasta separar personas. El miedo se bifurca, se multiplica, es diverso, variopinto, cada quién tiene uno, o varios, confesados e inconfesables.
      De los muchos miedos que pueden tenerse en la vida, existen los que se van para siempre, los que se mitigan, los recurrentes y los que están permanentemente, estos últimos están representados por las fobias y pueden llegar al terreno del pathos. No trato de hacer una explicación freudiana del asunto, no soy versada académicamente en temas psicológicos ni neurofisiológicos, pero he vivido, este escrito es más bien una aproximación personal, voz de la experiencia propia al sortear un miedo que va y vuelve, fluctúa, emerge desde adentro y consigue refuerzos en el entorno. Es el miedo a la soledad.
      La soledad no es mala en si misma, porque puede ser concebida como un espacio donde se desbordan los destellos creativos, útil para la meditación, para la reflexión, para leer, para encontrase con el hecho poético y con nosotros mismos. La soledad es buena cuando se busca, más no cuando se instala por su cuenta, llega fría con su sensación de despojamiento vital, nos susurra que nos quedaremos solos, que no vale la pena nada, ni lo que somos, ni lo que hacemos. En ese estadio de vulnerabilidad, la soledad se refracta, bajo su dominio se afloran otros temores y orfandades, la melancolía, la nostalgia y la depresión. Nos hace entrar con ella a un hoyo lejano, terrible.
   Ya no es Poe y sus cuentos místicos, ni Thommas Mann invitándome a pasear al pozo insondable de José y sus hermanos, soy yo misma, al sentir que la vida se desploma desde sus cimientos, que todo es falso, que no tengo nada, que no se nada, que todo se vuelve móvil, inestable, irracional, pienso en la muerte de mis cercanos y me duele más que la propia. En ese estadio creo que el poema derrota de Rafael Cadenas me describe en cada verso: “que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida” que no encontraré a nadie con quien compartir mi personalidad repleta de matices, sueños en conjunto, mi vegetarianismo, proyectos irrealizables, mi filosofía de vida, viajes, el gusto por la literatura o simplemente que me aguante “mis cansancios, mis manías” como dice Liliana Felipe. Con esto del miedo a la soledad armo todo un dramón digno de la pluma de Corin Tellado escrito a cuatro manos con Delia Fiallo, tan oscuro y funesto que contrasta diametralmente con mi estado natural de optimismo y alegría.
   Son muchos los relatos, poemas, películas, canciones que enuncian la presencia de la soledad. Se imagina de manera feroz y otras veces hasta armoniosa, en un bolero de Rolando La Serie tiene presencia:

“Hola soledad/ esta noche te esperaba, aunque no te diga nada/ es tan grande mi tristeza ya conoces mi dolor /yo soy un pájaro herido que llora solo en su nido, porque no puede volar y por eso estoy contigo... soledad yo soy tu amigo ven que vamos a charlar”

    También está en las pinturas, en el período clásico y renacentista la representan en paisajes y sombras, en otras épocas artísticas como en el surrealismo se transfiguró en objetos, arquetipos como en el cuadro de Dalí titulado soledad, paranoico-crítica. En cuanto al expresionismo siempre me ha parecido que mi cuadro favorito: el grito de Munch, entre una de sus tantas interpretaciones, se refiere al clamor de un solitario empedernido que está cansado de su situación y grita su angustia existencial, grita en la calle sus desdichas para liberarse ¿Qué sé yo?... Los escritores, dramaturgos, artistas, y aspirantes a serlo, tenemos cierta inclinación a los estados de melancolía, por estar predispuestos a las conexiones con otros estadios del alma o por la sensibilidad, así seamos muy felices, no temo hablar sobre esto y en realidad nadie me lo ha preguntado, siempre me libro del peso de estos agobios gracias a la meditación, al yoga y los buenos amigos que siempre están cerca. Por eso a momentos temo que algún día no estén, que no esté nadie, ni yo misma para acompañarme y le temo tenerle miedo al miedo.

Soledad paranoico-crítica de Salvador Dalí (1935)

Comentarios

YLDE ha dicho que…
El miedo es la conciencia de nuestra condición humana. sabernos vulnerables, tortes, poderosos y aniquiladores. Miedo es reconocer que eeste puede ser el últimos egundo de neustras vidas, conciencia que nos envidian los dioses. Miedo es salir a calle y "ganarse el pan de cada día" y miedo es quedarse en la casa solo consigo mismo y ver que uno es todos los hombres. Miedo es lo que siento todos los días, con los ojos abiertos y cerrados. miedo, para mi es vivir. Me alegro encontrar alguien que reconozca su miedo a tener miedo, eso demuestra que estas viva y conociendote solo por lo escribes, te veo más que muchos que veo todos los días caminando. saludos.
Gabriela Durán Arnaudes ha dicho que…
Ylde, me gustó mucho tu reflexión, gracias por tu comentario. Nos seguimos leyendo.

Un abrazo

Entradas populares