Aproximación al uso del disfraz y el enmascaramiento de la identidad en Félix Krull de Thomas Mann

“ Tiene disposición para los trajes –solía decir, con lo cual quería significar que todos los disfraces me quedaban bien y con naturalidad (…) lo cierto era que cada vez parecía, y también el espejo me lo aseguraba, que precisamente hubiera nacido, por así decirlo, para el disfraz en cuestión (…) ¡ Ah, que horas maravillosas aquellas¡ Pero cuando terminaba aquella diversión y tenía que volver a ponerme mi ropa estrecha e insignificante de todos los días, me invadía una tristeza y una nostalgia irresistibles, un sentimiento de infinita e indescriptible melancolía que sumía mi ánimo, por el resto de la noche, en un profundo abatimiento” (Las confesiones del estafador Felix Krull Cap IV págs 31-32)

A partir del fragmento antes citado de la obra: Las confesiones del estafador Félix Krull de Thomas Mann, pretendo aproximarme a lo que significa, para mi, el uso del disfraz y el enmascaramiento de la identidad en Félix Krull.
En el capitulo IV, Félix es todavía un niño que no le pone barreras a su imaginación, se disfraza sin cesar, convirtiendo esta afición en una experiencia única, de conocerse, desconocerse, descubrirse y sentirse otro usurpando una realidad alterna.
El disfraz es la alegre negación de lo instituido, representa la dicotomía entre revelación y falsificación, donde Félix hace uso de la mentira para develarnos la verdad de su vida.
Félix adquiere otras identidades en la medida que se disfraza, al decir “todos los disfraces me quedaban bien y con naturalidad” pone en marcha un extraño y maravilloso proceso de creación y recreación que se empalma con sus más hondas e insondables aspiraciones vitales. Felix Krull busca entre los disfraces una nueva identidad, un nuevo atuendo que lo ayude a escabullirse de su realidad, en la que se ve imposibilitado de ser Otro. “Aquella ropa estrecha e insignificante de todos los días” representa el obstáculo que no le permite a Félix fraguarse su propio destino, que aunado a el tedio irrefrenable no le permiten a Félix aprender a ver, a sentir lo autentico que yace dentro de sí.
Félix Krull, sin proponérselo concientemente y utilizando su imaginación creadora le otorgó color, forma y dinamismo a la exposición de un fragmento de la gama problemática de la existencia del hombre, ese sentimiento de querer deslastrarse a través de las artes miméticas de un mundo repetido y cotidiano, que aplasta los talentos y los dones que la vida da, sin siquiera haber probado sus mieles una sola vez.
Cuando Félix Krull se quita el disfraz, todo se vuelve inmóvil, estático, racional y fastidioso para el. El no quiere aceptar las clasificaciones habituales, ni las restricciones que intentan ubicarlo, etiquetarlo como un simple niño que juega ha ser Márquez o príncipe. La actitud de Félix al disfrazarse me transmite confidencialidad, complicidad y existencia de una profunda conciencia, donde el desorden es parte de la lógica en la que la creación depende de destellos sorpresivos, de máscaras; así como la vida, repleta de discontinuidades que niegan cualquier absoluto, a lo que Félix opone un acto creativo para intentar aislarse.
Félix Krull es un personaje real y enigmático, que se pierde entre nuestros pensamientos, nos acompaña y hurga en nuestras vivencias, descifra nuestros recuerdos al hacernos cómplices de sus confesiones. Félix nos lleva consigo a un espacio que nos negamos a ver y reconocer en nosotros. Ese espacio al que me refiero, es el mundo interior, específicamente a la parte que alberga en un rincón apartado sin ser olvidados, las imágenes y los recuerdos de los momentos no felices, los relacionados con la muerte, amores no cristalizados y metas frustradas. Lugar donde se sienten con más valor: la soledad, el silencio, el sentido de la naturaleza y, por encima de todo la muerte. Por eso se disfraza, por eso nos disfrazamos para no ver, para no aceptar la cruda realidad sin sazón, ni sustento. A veces en nuestra experiencia humana nos sentimos como Félix, necesitamos enmascarar nuestros sentimientos reales para ser aceptados o queridos por otros; sin preguntar porque esa máscara produce alegría, jubilo, festín anímico, algarabía en el alma y porque aparece la apatía, la resignación, el abatimiento y estados anímicos contrarios cuando nos vemos despojados de nuestro disfraz, desnudos ante la verdad.
Félix Krull desconfía en la razón y en la experiencia como criterios únicos de verdad, requiere del disfraz para mostrar dosificadamente la veracidad de las vivencias que componen su vida, con cierta toque de ilusión.

Gabriela Durán Arnaudes

Comentarios

Natalia Rodrigues ha dicho que…
Hola gaby.. algun dia leerè todo lo que tienes escrito en tu blog. ahora yo tambien tengo el mio. voy poco a poco. es http://nataliarodriguescabrera.blogspot.com

espero que me enseñes mas de esto par ponerlo tan lindo como el tuyo

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